Xangô era rey de Oyó, antes de ser orixá. Era hijo de Oranian y de Bayani –madre que se caracterizaba por tener una gran cabeza totalmente adornada de buzios, quizás para disimular la dimensión desmesurada de su cráneo (esto, más específicamente en su parte de orixá Xangô)- y tenía doce esposas, de las que destacaban tres: Oyá Inhassã, Oxum y Obá. Su morada era llamada eyeo, o katungá.
Era conocido por su fuerza y su coraje, pero también solía ser considerado malo, por provocar miedo. Le agradaba hacer demostración de su fuerza, y cuando hablaba, lanzaba fuego y humo por su boca.
Xangô tenía doce ministros, llamados Ijoye –que luego, en el ámbito religioso, pasan a ser los doce obags de Xangô en los Candomblés tradicionales de Salvador-Bahía -. Cuando Xangô hablaba, sus ministros debían permanecer en silencio, bajo pena de morir si no acataban esa tradición. Se dice que, una vez, dos de sus ministros discutieron entre ellos en presencia de Xangô; el rey, en lugar de detener la discusión, prefirió llenar sus bocas con pimienta (atare), alentando la disputa, hasta que uno de ellos murió.
El pueblo quedó decepcionado con su rey, y comenzó a criticarlo. Dejaron de respetarlo. Así, disgustado, salió de la ciudad, sin rumbo. Decepcionado, constató que nadie lo siguió, ni siquiera sus fieles esclavos Oru y Oxumaré. Sólo las tres principales mujeres fueron con él… Más decepcionado quedó cuando Oxum y Obá desistieron de seguirlo. Sólo Oyá lo acompañaba…
En un lugar del camino llamado ayan, se detuvo y decidió morir de una manera que todos pudiesen notar: ahorcándose en un árbol conocido como igi – ayan. Como el lugar quedaba en el camino hacia la ciudad de Oyó, quienes pasaban por allí veían al rey ahorcado y decían: “Obá so!” (el rey se ahorcó). La frase se expandió por la ciudad.
Los pocos amigos del rey no gustaron de la situación y fueron a otra ciudad a hacer hechizos, para destruir Oyó. Con viento, lluvias, crecientes e incendios, la ciudad quedó totalmente destruida. Los enemigos de Xangô, asustados, hicieron muchas ofrendas, diciendo: “Obá ko so!” (el rey no se ahorcó). La situación se calmó, y Xangô pasó a ser reverenciado como Orixá. Desde entonces, el lugar se conoció como Koso.
Oyá, al ver a su amado Xangô muerto, se dio vuelta en dirección al Norte y de su cuerpo comenzó a salir agua, transformándose en el río Oyá (el Níger) , el tercero mayor de África, cuyo delta, “coincidentemente” tiene nueve brazos.
Las personas encargadas de cuidar de Xangô, se llaman àwòro Xangô, u Onixangô. Los de mayor graduación son llamados adosu Xangô, y usan un peinado diferente, que lleva los cabellos sujetos en lo alto de la cabeza, con trenzas y adornados con buzios…
Los de menor grado usan ropa blanca y los cabellos trenzados hacia atrás, en los días de fiesta.
Xangô es el Orissa del ategún (viento destructor), del ojo (la lluvia), y del ina (fuego). En el día de su fiesta es obligatorio que llueva, haya relámpagos, y que puedan caer piedras del cielo. Por ese motivo es también llamado Orissa Djacutá (el que lucha tirando piedras). Cuando comienza a llover nadie puede estar en la puerta de la casa, porque puede caer un rayo… Se cree que el rayo es enviado por Xangô en busca de un ladrón o malhechor cualquiera, y si en el arrebato toca a alguien, puede dejar a los adultos paralíticos y matar a los niños…
Xangô come orogbó (no come obí), gallina, carnero, gallo, pero su predilección está dirigida al amalá.
Las ciudades donde más se le festeja son: Oyó, Iseyin, Iwo, Ondo, Ilesá, Abeokutá y Ekití.
Quien pida un hijo a Xangô y consiga el embarazo ofrendando al orixá, debe darle a su hijo un nombre que homenajee al Xangô. Por ejemplo:
Xangôbiyi – Xangô lo hizo nacer;
Xangôwamiwa – Xangô vino a mí;
Xangôtayo – Xangô da felicidad;
Xangôgbami – Xangô me salvó.-
Existen varios mitos respecto al origen del culto a Xangô. Algunos concuerdan con su origen como rey, hijo del primer Alafim de Oyó, siendo luego el tercer Alafim.
Uno de los aspectos que más resaltan en su culto es el de Xangô – Pipe, una forma tradicional de poesía oral, para agradar al Orissa e inducirlo a atender los pedidos de sus hijos. Los artistas (cantores de aló) cantan sus versos, contando los hechos y hazañas del orixá. En realidad, son oriki cantados. El Cantor saluda al orixá, a su hijo y a la familia a la que pertenece. El canto es acompañado por el tañido de un batá, tambor específico de
Xangô.
La danza, por su parte, se llama lankú y las personas no pueden equivocar el paso al realizarla en lo días de homenaje al orixá.-